EL FALSO MITO DE QUE LONDRES ES UNA CIUDAD LLUVIOSA


«Llévate paraguas, que va a llover». En sus diferentes variantes («te vas a mojar», «allí siempre hace malo»), este consejo se repite cada vez que alguien anuncia una próxima visita a Londres. En cambio, a nadie se le ocurre pronunciar la palabra maldita, lluvia, cuando el destino del viaje es Roma o Estambul. Y sin embargo, los datos de precipitaciones indican que en la capital británica caen 611 litros por metro cuadrado al año, menos que en París (612), Estambul (654) y Roma (834) (más que en Madrid, 436). Por desgracia, los londinenses no eran conscientes de ello, y acaban de descubrir el falso mito de que su ciudad es muy lluviosa cuando, tras dos inviernos especialmente secos, empiezan a recibir el mensaje de que pueden ser víctimas de cortes de agua.

Con la perspectiva de garantizar el suministro durante los Juegos Olímpicos, siete compañías han estudiado restringir el uso de agua potable para regar zonas verdes, una medida que amenaza la supervivencia de los típicos jardines de las casas británicas. «Sabemos que esto va a ser muy impopular», reconoce el director de la empresa Thames Water, Martin Baggs. Pero visto el modo en que se consume agua en las islas, iniciativas así parecen indispensables en momentos de sequía. «Un aspersor de jardín gasta tanta agua en una hora como una familia de cuatro miembros en un día, y cuando hay cortes de agua, la prioridad son las familias», agrega Baggs.

«Extraño e impredecible»
Desde hace mucho tiempo, los meteorólogos han venido advirtiendo de la necesidad de que los británicos dejen de desperdiciar el líquido elemento. «Damos por hecho que en nuestro país tenemos el agua garantizada y por eso no somos cuidadosos. Cada inglés gasta una media de 148 litros al día, por 130 en el resto de Europa. Nosotros no nos bañamos tanto como los continentales», escribe con cierta sorna el hombre del tiempo del periódico «The Times», Paul Simons, «pero nos encanta regar el césped, los jardines y los campos de golf».

Simons cree que las autoridades deben comenzar una campaña de concienciación entre los ciudadanos para contarles que el tiempo en el Reino Unido es «extraño, impredecible y con grandes fluctuaciones». Por ejemplo, recuerda que el periodo 1890-1910, bautizado como «La Gran Sequía», fue el menos lluvioso de la historia del país, con 15 inviernos más secos que la media. En la primavera de 1893, incluso, no cayó ni una gota en el Este de Londres durante 73 días consecutivos. La situación no es aún tan dramática, pero puede llegar a serlo si no se toman las medidas necesarias, asegura el meteorólogo Simons. - ABC.ES

Publicar un comentario

0 Comentarios