. . . . TATARABUELOS, GRACIAS POR EL SEXO

¿Está usted cansado de escuchar 'esta noche, no' cada vez que se acerca a su pareja? Pues es posible que un profesor de Oxford haya encontrado el argumento definitivo contra esta respuesta. Así, la próxima vez que le digan 'me duele la cabeza', usted debe contestar: "Cariño, haciendo el amor estamos fortaleciendo la democracia". Y a partir de ahí, si su compañero/a se sigue negando, usted podrá acusarlo/a sin ningún rubor de mantener una actitud totalitaria y antidemocrática.

Llevada a la caricatura, esta es la premisa que el catedrático universitario Faramerz Dabhoiwala expone en su nuevo libro. Durante los últimos 20 años, Dabhoiwala ha investigado 'Los orígenes del sexo' (el título de su obra) y ha descubierto los sólidos vínculos que existen entre la democracia y la libertad sexual, que no explotó en los años 60 del siglo XX, como creen los hippies, sino mucho más atrás, en el siglo XVIII, con la expansión por Europa de la Ilustración y de un cambio de mentalidad que caló, sobre todo, en el Reino Unido y en otros países del norte del continente como Holanda.

Sin aquella revolución sexual de hace dos siglos y medio, Europa sería ahora mismo otra Arabia Saudí. "La gente pasó de confiar en las creencias a hacerlo en la razón", explica el autor. Mientras que en 1650 se castigaba a las prostitutas con la pena de muerte, en 1750 comenzaron a construirse en Londres hospicios para las mujeres de mala reputación, como las Magdalen Houses o los London Asylum, y más allá todavía, en 1800, el 40% de las mujeres se casaba embarazada sin que nadie propugnase que había que matarlas. "Los 'revolucionarios' empezaron a pensar que se podría alcanzar la verdad religiosa de muchas maneras, no solo con una interpretación literal y rigorista de la Biblia", cuenta Dabhoiwala. Y a través del poder del sexo, los tatarabuelos de los británicos de hoy en día fueron transformando la democracia en el Reino Unido.

De ahí deriva la principal conclusión de su obra: "La libertad sexual es un indicador del resto de las libertades". Por eso, agrega el autor, "el Reino Unido del siglo XVII se parece a cómo son ahora las sociedades represivas del mundo árabe, de África o de América". "Y de la misma manera que nadie", continúa, "debe pensar que la democracia es algo que está ahí, garantizado para siempre, porque hubo que luchar mucho para conseguirla, el sexo libre tampoco lo es. Es algo precioso, frágil, que hay que cuidar contra todos los ataques". Quizá por eso, por transmitir la idea de que incluso hoy en día ningún avance se puede dar totalmente por conquistado, algunos dicen que 'Los orígenes del sexo' es una obra tan estimulante como la 'Breve historia del tiempo' de Stephen Hawking, pero "con mejores fotografías". ABC.ES

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